La oferta renovable tiene tres características positivas: no agotable, diversificada y descentralizada.
Llevamos años oyendo que el modelo energético
tradicional, basado en el consumo de combustibles fósiles es
insostenible ¿Qué papel juegan las renovables para solucionar este
problema?
La oferta renovable tiene tres características positivas: no
agotable, diversificada y descentralizada. Tiene una negativa que afecta
a casi todas las fuentes renovables: son recursos discontinuos. Por
tanto, parece muy razonable considerar que debemos encaminarnos hacia un
modelo diversificado en las fuentes y descentralizado en los centros de
generación-conversión. En este modelo pueden contribuir, al menos
transitoriamente, recursos y fuentes no estrictamente renovables, pero
su construcción efectiva es acorde con el uso de recursos renovables. En
realidad, este es, esencialmente, el modelo que se está construyendo.
La naturaleza discontinua de los recursos renovables plantea la
necesidad de acumular y transportar grandes cantidades de energía. En
realidad, la necesidad de acumular energía está planteada ya debido al
desfase existente entre la producción y el consumo, pero, en el supuesto
de un uso extensivo de los recursos renovables, está necesidad se
agudiza.
España cuenta con una potencia instalada de energías
renovables muy superior a la demandada, pero la mayor parte de la
energía primaria consumida se importa de otros países y además procede
de fuentes no renovables ¿Por qué?
La pregunta puede crear cierta confusión entre potencia y energía. La
cantidad de energía que puede producir una instalación de una potencia
dada, depende del tiempo durante el cual esté funcionando. Es decir, una
elevada potencia con poco tiempo de funcionamiento no producirá grandes
cantidades de energía. Esta 'aleatoriedad' en el funcionamiento es
característica de los recursos renovables y de la falta de sistemas
convenientes de acumulación. Por otro lado, los recursos renovables no
han hecho su entrada en el mundo de los vehículos (automóviles etc.),
sector que es gran consumidor de combustibles fósiles. Es muy posible
que alguna de las versiones de transporte eléctrico ponga fin, o reduzca
sensiblemente, esta situación. Por último, hay que mencionar que, en la
actualidad, los sistemas renovables de generación de electricidad están
conectados a la red eléctrica de distribución general. Esta
circunstancia es motivo de diferentes problemas para la red de
distribución, pero, simultáneamente, introduce limitaciones artificiales
en la continuidad de la producción de la instalación renovable.
Uno de los problemas que presentan las energías renovables es
que las horas de mayor producción no siempre coinciden con las de mayor
demanda, con lo que se pierde mucha energía producida ¿Cómo puede el
uso del hidrógeno contribuir a reducir estos problemas?
Ya hemos destacado que el “desacople” entre producción y consumo de
energía es un problema extraordinariamente importante, tanto de los
sistemas convencionales de generación como de los renovables. Y que, en
estos últimos, se ha puesto especialmente de manifiesto por la
discontinuidad de las fuentes. Parece que la respuesta válida es:
acumulación y transporte de energía (eléctrica, térmica etc.). El
hidrógeno es un vector-transportador/acumulador (en forma química) de
energía y, al mismo tiempo, un combustible de cualidades
extraordinarias. Sin duda, una alternativa más que razonable es invertir
los excedentes de energía producida en obtener (proceso eléctrico,
térmico etc.) hidrógeno a partir, de por ejemplo, el agua. Hay un
notable esfuerzo internacional de investigación/desarrollo en este
campo. Destaco la posibilidad de descomponer el agua de forma directa
(la fotogeneración de hidrógeno) a partir de radiación solar, sin etapas
intermedias de conversión de la fuente solar a electricidad o/y energía
térmica.
¿Cuál cree que es la clave para acelerar el proceso de
desarrollo de esta y otras tecnologías asociadas a la producción y
aprovechamiento de las energías renovables?
Medios y recursos para la investigación, empresas avanzadas y con
dedicación a medio y largo plazo, demanda social, estimulo y soporte por
parte del sector público. En cualquier orden.
¿Y qué podemos hacer los ciudadanos para contribuir a este desarrollo?
Desde actuaciones individuales a colectivas. La creación de una
conciencia social en este terreno, es algo que ya es real, pero que
puede jugar un papel mucho más decisivo de lo que lo es actualmente. En
estas preguntas no se ha mencionado el ahorro de energía. Los ciudadanos
y las entidades (de todo tipo) podrían tener aquí un protagonismo
extraordinario. Por otro lado, los ciudadanos pueden ser el motor de una
fuerte actividad de investigación y desarrollo si comparten su
necesidad. Los ciudadanos deberíamos sentirnos movidos por factores
ligados a la independencia energética, al medio ambiente y a los costes
finales.
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