¿Cree que en general se valora el conocimiento que tiene el investigador y lo que puede aportar a la sociedad?
UNI-CIENCIA trata de acercar el trabajo del investigador
de la universidad a la ciudadanía. ¿Qué cree que puede aportar la
universidad a la sociedad?
La universidad aporta fundamentalmente el valor añadido de su
personal, formado con niveles muy altos y con experiencia en
comunicación científica. Los universitarios utilizamos, en la medida de
lo posible, un lenguaje cercano y motivador, buscando despertar o
mantener bien despierto el interés por las noticias científicas.
¿Cree que en general se valora el conocimiento que tiene el investigador y lo que puede aportar a la sociedad?
Cada vez se valora más, aunque es necesario realizar un ejercicio de
aproximación aún mayor entre investigadores y el resto del mundo. La
realización de proyectos en común es una de las claves de estas mejores
relaciones, puesto que se comparten responsabilidades y las dos partes
–investigador y sociedad– pueden satisfacer juntos y con mayores
probabilidades de éxito objetivos realizables. Esto puede servir bien
para mejorar una situación previa, bien para la publicación de los
trabajos en revistas internacionales, con beneficios tangibles para
ambas partes.
La mesa en la que participa orbita en torno a la innovación
en el sector de la energía. ¿Qué percepción cree que tiene la sociedad
sobre estos temas?
La palabra 'energía' ya forma parte del vocabulario cotidiano de los
ciudadanos. Y hay una gran sensibilidad social en torno a este asunto,
porque si hablamos de energía, entramos en contacto con el medio
ambiente, la sostenibilidad, los recursos naturales, los recursos
fósiles y los renovables, el tratamiento de los residuos y otros temas,
todos ello de actualidad. Su recogida en los medios de comunicación
resulta muy positiva, pues ayuda a generar estados de opinión, a partir
de informaciones contrastables y veraces.
¿Qué influencia tienen las nuevas tecnologías en el área de la energía?
Las nuevas tecnologías impregnan todos los procesos relacionados con
la energía, como si fueran agua de lluvia que se extiende por todas
partes. Las gestiones de los flujos energéticos y la correlación entre
oferta y demanda, que debe hacerse con precisión para mantener una
productividad adecuada en el sector y una competitividad alta, requieren
utilizaciones masivas de nuevas tecnologías.
¿Es eficiente nuestro modelo energético?
Esta es una muy buena pregunta. La primera tentación es responder que
no, puesto que, si nos estamos refiriendo a España, somos un país con
gran dependencia energética del exterior, con pocos recursos naturales
(carbón, escaso y de no muy buena calidad; importamos gas; importamos
petróleo, importamos combustible nuclear). Sin embargo, si pensamos en
el día a día, la respuesta podría ser que sí, porque España es un país
que tiene una posición geográfica muy buena. Con un número de horas de
sol medio al año importante, con buenas características de viento en
determinadas zonas. Además, habría que tener en cuenta para responder
adecuadamente, el efecto de la crisis general sobre el tema energético,
que nos debe hacer reflexionar sobre la situación actual. España tiene
potencia instalada para producir el doble de electricidad de la que en
estos precisos días se demanda. Y esto supone otro elemento importante
de reflexión, que debiera tenerse en cuenta.
¿Qué protagonismo tienen las energías alternativas y hasta qué punto son rentables?
En todos los países BRICK [en economía internacional se utiliza este
término para referirse a Brasil, Rusia, India y China, países que tienen
una gran población, enorme territorio y gran crecimiento económico y
comercio internacional] las energías alternativas no están en cuestión.
Con diferentes estrategias, se está apostando en unos casos por
biocombustibles (Brasil, con los alcoholes derivados de la caña de
azúcar), la energía eólica (China es un buen ejemplo), sin olvidar la
energía solar, a partir de las centrales termosolares o las centrales
fotovoltaicas. No todas las soluciones son igualmente aplicables. Los
esfuerzos en energías alternativas que se están haciendo tienden a una
bajada de sus costes, mientras que los costes de las tecnologías basadas
en combustibles fósiles se disparan día a día. Europa sigue siendo
referente mundial en el uso de la energía solar fotovoltaica (Alemania) y
España se encuentra en una situación de transición, consecuencia de la
aplicación quizás excesiva de tarifas muy subvencionadas para las
energías renovables, que se están tratando de controlar para que no
repercuta excesivamente en el déficit de la tarifa eléctrica, sin
olvidar el potencial que, por su posición geográfica, nuestro país
tiene.
¿Cuál es, según su punto de vista, la energía del futuro?
Debería contestar, sin dudarlo, que el futuro de la energía pasa por
el uso masivo y generalizado de energías renovables, pero permítame que
añada que, también el futuro de la energía y, por tanto, la energía del
futuro, pasan por una mayor educación en consumo energético, que
contemple aspectos relacionados con el medio ambiente y la
sostenibilidad. El ahorro energético es fundamental. El consumo
responsable también. Un concepto nuevo empieza a utilizarse:
autoconsumo. Se trataría de que el consumidor pudiera ser también
productor de al menos parte de la energía.
¿Dónde se puede educar en estos aspectos?
No hace falta llegar a la universidad para conocer los conceptos de
ahorro y eficiencia energética, que debieran formar parte de nuestra
educación más temprana. Somos un país con gran dependencia energética
exterior y debemos concienciarnos de que puede no ser sostenible el
nivel de consumo energético que tenemos actualmente, si no mejoramos en
eficiencia y en un mayor y mejor uso de las energías renovables.
¿Qué dos o tres medidas se podrían adoptar para mejorar la eficiencia energética?
La certificación energética de edificios sería una medida que, de
generalizarse, podría suponer un avance importante. La incentivación y
ayuda a quienes proponen mejores soluciones energéticamente más
eficientes también (los planes Renove, en general). Y un
estímulo para fomentar el autoconsumo permitiría un mayor control sobre
la energía que se produce y nadie consume.
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