“El beneficio
de la ley es sustancial a efectos de composición química, con
reducciones de un 90% en los componentes más críticos desde el punto de
vista toxicológico”, señala a SINC Jorge Pey, el autor principal.
INNOVAticias.
El programa Quèquicom de la
televisión catalana contactó en 2010 con científicos del Instituto de
Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA, CSIC) para analizar
la calidad del aire de una cafetería de Barcelona antes de la puesta en
marcha de la ley antitabaco. Tras su entrada en vigor en 2011, los
investigadores decidieron repetir las mediciones y ahora publican los
datos en la revista Particuology.
“El beneficio de la ley es sustancial a efectos de composición
química, con reducciones de un 90% en los componentes más críticos
desde el punto de vista toxicológico”, señala a SINC Jorge Pey, el
autor principal.
El último informe de evaluación del impacto de esta ley sobre las
salud pública, elaborado por el Ministerio de Sanidad, también señala
un reducción “drástica” del 90% en las concentraciones de nicotina y de
partículas inferiores a 2,5 µm o PM2,5 en la exposición al humo en
locales de hostelería.
Los investigadores también constataron una disminución en las
concentraciones y el número de partículas con otros diámetros:
inferiores a 10 µm o PM10, de menos de 1 µm o PM1, y las ultrafinas, de
un tamaño menor de 100 nanómetros pero que son las más numerosas y
potencialmente peligrosas para la salud.
Cuando se podía fumar dentro de la cafetería, las concentraciones de PM10 fueron superiores a los 200 µg/m3, más de cuatro veces el máximo legal permitido.
Por su parte, los valores de partículas ultrafinas rondaron los 50.000 por cm3,
también unas cuatro veces más que lo habitual en la ciudad de
Barcelona, y similar a los niveles que se detectan en vías urbanas con
mucho tráfico.
“De entre los compuestos orgánicos que se detectaron sobresalen los
típicamente asociados con la combustión vegetal, así como las elevadas
concentraciones de benzopireno (1 nanogramo/m3) y cadmio (3,1 ng/m3), conocidos y regulados por sus efectos tóxicos y cancerígenos”, destaca Pey.
Como curiosidad, también se encontró una abundancia inusual de
lantano y cerio, con concentraciones unas 30 veces superiores a las de
la atmosfera exterior de la ciudad. Estos dos elementos representan la
‘huella dactilar’ que dejan los mecheros en el aire por el encendido de
la chispa.
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