A esta
conclusión llegaron los sismólogos tras años de investigaciones. Entre
ellos, los ingenieros que trabajan en el Instituto de Mecánica
Estructural y Riesgo Sísmico (Imeris)
Las consecuencias de un terremoto no siempre son las mismas en
la zona afectada. Y esto ocurre porque el tipo de suelo cumple un papel
importante en los daños que causa un movimiento sísmico. Es decir, no es
lo mismo un suelo rígido que uno blando, como tampoco lo son las
estructuras que se apoyan en esos suelos: cuanto más rígidas, sufren más
si el suelo es duro; y viceversa, si son muy deformables son más
afectadas por los suelos blandos.
A esta conclusión llegaron los sismólogos tras años de
investigaciones. Entre ellos, los ingenieros que trabajan en el
Instituto de Mecánica Estructural y Riesgo Sísmico (Imeris) de la
Universidad Nacional de Cuyo, quienes alertan que deben actualizarse las
reglamentaciones para la construcción en áreas como Mendoza en función
de evitar daños graves si ocurre un gran terremoto.
En la actualidad, un equipo liderado por Arnaldo Barchiesi, jefe del
Área Geotecnia del Imeris, procura establecer los modos en que distintos
sitios de la ciudad y sus adyacencias pueden responder frente a
diferentes sismos. “Considero que es un tema pendiente de suma
importancia para toda la comunidad ya que está asociado a la seguridad,
al desenvolvimiento y a la planificación de las más diversas actividades
que tienen lugar en este ámbito geográfico, el de mayor actividad
sísmica del país”, dice el investigador.
“Hay que tener en cuenta que la normativa de diseño sismorresistente
aplicable a la mayor parte de las construcciones nuevas, toma en
consideración solicitaciones sísmicas que no han surgido de estudios
específicos, completos y actualizados”, agrega.
Barchiesi y sus colaboradores estudian lo que se llama “efectos de
sitio” en los terremotos, que incluye conocer la composición de un suelo
y su grado de rigidez, cómo se encastran las estructuras constructivas
en él y cómo funcionan éstas, es decir, cómo reaccionan, ante cada
movimiento del piso. “En términos generales, se ha observado que ante un
sismo determinado, distintos puntos relativamente próximos de un área
dada tienen respuestas sísmicas muy diferentes. Esto equivale a decir
que, aunque el evento sísmico es único en su origen o fuente, éste se
diversifica en cada punto de un área determinada afectada por el
evento”, explica Barchiesa, porque todo depende de las características
de los suelos existentes en cada sitio.
“De una manera simplificada y esquemática, es posible afirmar que los
suelos rígidos tienen asociadas acciones sísmicas que provocan mayores
solicitaciones en las estructuras que también son rígidas (las viviendas
y edificios bajos con muros de mampostería u hormigón armado son buenos
ejemplos en este sentido). Al contrario, en los suelos blandos, son las
estructuras más deformables las que desarrollan las mayores
solicitaciones. A este segundo grupo corresponden, por ejemplo, los
edificios aporticados esbeltos”, grafica el especialista.
Con estos datos, han comprobado que no siempre un sismo en Mendoza va
a tener la misma magnitud en una zona. “Observamos que las respuestas
de cada sitio dependen de los niveles de aceleración máxima del sismo
‘input’, es decir, del sismo generado y propagado hasta la roca en cada
sitio y antes de verse afectado o modificado por los ‘efectos de
sitio’”.
También saben que Mendoza tiene ciertas particularidades sísmicas.
Como que buena parte de la provincia (y en particular el área urbana del
Gran Mendoza) está expuesta tanto a eventos lejanos (originados
especialmente en la zona de subducción chilena) como a eventos cercanos y
muy cercanos originados en estructuras locales activas. “Nuestra
comunidad necesita dirigir un esfuerzo serio y sostenido al estudio de
este segundo tipo de eventos puesto que representa una amenaza mayor”,
advierte Barchiesi.
Es que estas observaciones los han alertado sobre la necesidad de
estudiar el problema en su integridad. Por un lado, establecer las
características de los eventos sísmicos que pueden afectar cada zona de
Mendoza y, por otro, determinar las modificaciones puntuales que estos
eventos pueden experimentar en cada sitio de un área determinada. “De
este modo podremos llegar a proponer solicitaciones de diseño realistas
para nuestras construcciones. Con ‘realistas’ queremos decir originadas
en estudios científicos actualizados, completos y específicos para cada
situación”, recomienda el ingeniero.
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