A un mes de la cumbre Rio+20, la presidenta brasileña,
Dilma Rousseff, vetó parcialmente el Código Forestal, que según los
ecologistas amenazaba con provocar una ola de deforestación en la
Amazonía, informó el viernes el abogado general del Estado, Luis Inacio
Adams.
"La presidenta de la República decidió diversos vetos y
modificaciones al proyecto de ley que trata el Código Forestal", dijo
Adams en rueda de prensa en el palacio presidencial, al dar cuenta de 12
artículos vetados y 31 modificaciones.
Estos eran los puntos más polémicos del Código que fue aprobado en el
Congreso hace un mes, donde predomina un fuerte lobby agropecuario. La
ley era fuertemente criticada por los ecologistas, que aseguraban
dispararía la deforestación en el país.
El veto demuestra que Brasil "es un país que quiere proteger el medio
ambiente y continuar produciendo alimentos", afirmó Teixeira.
Una organización había presentado el jueves a la presidenta dos
millones de firmas de personas de todo el mundo pidiendo un veto total y
no parcial.
El texto vetado, que no fue dado a conocer, será publicado el lunes
en el diario oficial, como una medida especial del Ejecutivo que entra
en vigor inmediatamente, aunque tendrá que ser refrendada luego por el
Congreso.
Ese Código obliga a mantener intacta un 80% de selva en propiedades
rurales de la Amazonía y 35% en el Cerrado, que es la gran sabana
brasileña.
No obstante, acepta una flexibilización de la protección para las
pequeñas propiedades, con más dificultades para recuperar áreas de
bosque destruidas o conseguir productividad, informó Teixeira. El 24% de
las propiedades rurales del país son pequeñas, y esa flexibilización
preocupaba a los ambientalistas.
El Código Forestal define qué parte de bosque tienen que preservar
los productores dueños de tierras en la Amazonía y otros grandes
ecosistemas.Su reforma enfrentaba dos caras de Brasil: la del gigante
productor y exportador agropecuario cuyos cultivos ocupan el 27,7% del
territorio, y la de la potencia ambiental con 60% de bosques, que
consiguió reducir la deforestación amazónica de 27.000 km2 en 2004 a
poco más de 6.000 km2 en 2011. Tras el veto presidencial, "no será el
código de los ambientalistas ni de los ruralistas, es el código de los
que tienen sentido común", afirmó el ministro de Agricultura, Jorge
Alberto Mendes Ribeiro, quien aseguró que Brasil seguirá siendo "uno de
los países que más produce y exporta alimentos del mundo".
A la espera de conocer el texto real el lunes, las primeras reacciones de ambientalistas fueron de cuestionamiento.
"El veto parcial contraría los llamados de la mayoría de la sociedad"
que pedía que Rousseff vetara la ley en su totalidad, denunció la ONG
ambientalista WWF, que acusó a Brasil de supeditar el medio ambiente al
resto de los intereses.
"Recibimos con preocupación el anuncio del veto parcial, porque nos
parece que una parte de los puntos más peligrosos fueron mantenidos,
como la flexibilización para pequeños productores, y además, el veto
tendrá que pasar por un Congreso que tiene mayoría de la bancada
agropecuaria", reaccionó el responsable del Instituto Socio Ambiental
(ISA), Raul do Vale.
La importancia de esta ley radica en que de los 5,3 millones de km2
de selvas y bosques que tiene el país, sólo 1,7 millones están bajo
protección pública, y el resto en tierras privadas de productores
rurales o sin propiedad definida.
El veto presidencial tiene lugar en momentos en que Brasil pretende
presentarse como el ejemplo del desarrollo sustentable en la cumbre de
la ONU Rio+20, que del 20 al 22 de junio reunirá en Rio de Janeiro a más
de 100 líderes mundiales en busca de soluciones para el planeta.
Una estudiante durante una marcha contra el nuevo código forestal en
Brasil, ek 22 de mayo de 2012 en Brasilia. A un mes de la cumbre Rio+20,
la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, vetó parcialmente el código
forestal, que según los ecologistas amenazaba con provocar una ola de
deforestación en la Amazonía, informó el viernes el abogado general del
Estado, Luis Inacio Adams.
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